martes, 12 de abril de 2011

Fuera corruptos y presuntos.

Mira, nene, cómo se agolpan en torno al mandamás esa inmensa chusma de insensatos corruptos, imputados o presuntos para morder la manzana de oro cuando les toque, que paciencia sí saben tener.
Pues no, nene, no estoy de acuerdo en que España sea gobernada por semejante calaña. Si tal sucediese, ya me veo, enloquecido, rondando el Bósforo o por las calles de Laos, como hizo uno que yo me sé.

martes, 11 de enero de 2011

Desbandada de cerebros

Ya no es mérito suficiente que nuestros jóvenes luzcan en sus sienes el laurel de la victoria por haber conseguido su licenciatura universitaria. Yo me desmoroné y abandoné los serios muros de la Universidad cuando cursaba el último año de carrera. Mira por dónde me asaltó la idea de que, si llegaba al finis qui coronat opus, anexo al flamante título figuraría un solemne voto de pobreza y unas infructuosas corridas en busca de un puesto de trabajo de escasa remuneración. Y como no pude emigrar a otros países más halagüeños, oposité a bancario para sacar unas pesetas.
Hoy en día, nuestros licenciados, que se han convertido en ciudadanos europeos, no son tan timoratos como yo y huyen a la desbandada en busca de la buena paga que pueden conseguir instalándose en cualquier capital europea que no sea la España de nuestras aflicciones. Y nuestro desGobierno sigue pertinaz lanzando globos de sonda, imponiendo leyes para distraernos, acaparando sus indecentes sueldos y apretando sus pies en el suelo para no se perder el chupe.
Que vuelen nuestros futuros genios de la investigación les importa un carajo; que médicos, ingenieros, arquitectos y catedráticos no puedan acceder ni siquiera a un puesto de barrendero se las pone cual copa de pino canario. Una vergüenza más de estos politiquillos del tres al cuarto.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Esto tiene solución

El frío diciembre aprieta las carnes y te invita a permanecer encerrado en casa disfrutando de la familia cuando el trabajo te lo permite.
Son muchas las horas del día las que tenemos los que ya hemos abandonado nuestra profesión por imperativo legal. Es hora de ver cómo anda la cosecha de tanta y tan larga siembra y, a la vez, no dejar a un lado la realidad de los otros, que no son el infierno, en contradicción con el filósofo. Los demás nos preocupan siempre y no participamos de la inhumana y desafortunada frase "ese es tu problema" que viene a confirmar muy a las claras lo insolidario que es el ser humano.
¿Quién no sufre cuando ve a un anciano arrastrando sus cartones para cobijarse en un cajero automático?
¿Quién no se conmueve al saber que hay millones de pobres vergonzantes?
¿Cómo no va a ser nuestro problema el de los niños que piden pan y no se les puede dar?
¿A quién no se le retuercen las tripas al comparar los sueldos de los políticos con los que no perciben nóminas desde hace años?
Esto tiene solución, pero estamos empecinados en no solucionar nada.
Bien es cierto que hay mucho gandul pisando aceras deseando que les caiga la breva. Pero incluso a éstos habría que reconducirlos, despabilarlos y cambiarles la mente.
Bien es cierto que el que tiene unos buenos ahorros encerrados con cuatro llaves en su caja fuerte anda ojo avizor en espera de que nos abandone la crisis para especular. También éste puede abrir su hucha y mostrar un gesto de generosidad.
Tarea difícil es la que se nos presenta, máxime en estos tiempos en que se han perdido o trocado por otros los valores que nos debieran conformar como personas.
¿Y la mayoría de nuestros jóvenes? No les estamos enseñando los mayores el camino de la verdadera felicidad y nosotros tenemos gran culpa de que sean hedonistas, indiferentes, buscavidas. Es lo que ven.
El continuo avance científico y tecnológico nos induce a pretender apilar más y más cosas, muchas de ellas innecesarias. Hay que ser progresista, pero sin caer en la trampa de anhelar lo inane, lo que no deja en nosotros sino malestar, por no decir gritos de nuestra conciencia.
Si fuera posible que todos nos cogiéramos de la mano para salvar esta incómoda y agobiante situación tan generalizada, ESTO TENDRÍA SOLUCIÓN.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Esta España me duele

La calle anda revuelta. Los ceños de los paseantes se fruncen. Calle arriba, calle abajo con la esperanza perdida y los problemas angustiando. Que la cara es un libro abierto con letras mayúsculas. Los niños se han despertado pidiendo pan. Los niños sufren cuando quieren pan y no se les da. La madre no necesita buscar en los rincones de la despensa. Huyeron hasta las arañas.
Todos somos españoles, todos tenemos papeles. Los inmigrantes pisan tierra y quieren olvidar las grandes esperanzas que les animaron a cruzar el Estrecho. Portan en sus sucias manos el recipiente para recoger los céntimos de las personas caritativas.
Un nativo que en tiempos de bonanza vivió como un rey y que fue expoliado por el banco lleva una bolsa de plástico y parece sentirse espiado por todo el mundo. Hasta que las sombras invadan la ciudad no podrá acercarse a los contenedores del supermercado. Su pulcra mano se manchará con los chorretes de los productos caducados. Levanta la cabeza para volver raudo a casa. En el otro contenedor escarba con un pequeño rastrillo de playa su antiguo gerente que porta un abrigo que usaba su abuelo en la guerra de Cuba. Se saludan con mala gana.
¿Traes algo? -le pregunta su mujer que mira con ojos saltones la bolsa blanca que pende de las manos del marido.
El marido no contesta. Entra en casa y desparrama encima del hule la mercancía. Todo se puede aprovechar. Hoy los niños no llorarán de hambre. ¿Y mañana?

sábado, 6 de noviembre de 2010

Zapatero hace los deberes que no le mandan.

Mientras un jefe de Estado y el Padre espiritual de muchos millones de españoles vienen a España por deseo de todos esos españoles, nuestro ínclito jefe de Gobierno se pierde bien lejos para tener excusas justificadas de no poder asistir a recibirle. Es una actitud reprobable por su falta de respeto a la autoridad que llega. Si lo tenía en la agenda, lo había marcado perfectamente con toda intención.
Por otro lado, es posible que Benedicto XVI no sufra demasiado por esta descortesía.